martes, 3 de septiembre de 2024

IVBILATIO

 Hace 37 años recorrí de noche media Península para aterrizar por la tarde en un pueblo de la Manchuela, que tuve que buscar en una enciclopedia, el internet de antes, y allí ocupé mi primera plaza como profesora. El administrativo me echó de la oficina del por entonces Instituto Nacional de Bachillerato y luego se deshizo en disculpas, porque me había tomado por una alumna. Al día siguiente di mis primeras clases y al acabar la mañana pensé: "Sí, me gusta, valgo para esto". Y así seguí.
Después de Motilla del Palancar continué mi periplo rural, por obra y gracia del territorio MEC, en Santo Domingo de la Calzada, Cáceres, Valencia de Alcántara y Santa María la Real de Nieva, para luego recalar en Arnedo y, por fin, en Logroño.
He tenido la suerte de dar clase a alumnos excelentes, a los que sólo aventajaba en edad,
convivir con compañeros de los que aprendí lo indecible, trabajar con personas de todo tipo siempre dispuestas a ayudar con una sonrisa, amigos que conservo y quiero desde hace décadas. He vivido en ciudades mágicas y he paseado a diario por paisajes cuya belleza hacía que se saltaran las lágrimas. He tenido tiempo para estudiar, disfrutar y compartir esas lenguas maravillosas que son el latín y, sobre todo, sobre todo el griego. A menudo me sorprendía que me pagaran por hacer algo que tanto me satisfacía. Debo agradecer a muchos profesores de clásicas, esas joyas incansables, y a asociaciones el enorme esfuerzo por formarnos a los demás y compartir su trabajo altruistamente. He sido testigo de enormes cambios en la Educación, como pasar de la máquina de escribir y el ciclostil a preparar con ordenador mis propios cuadernos para clase, editar vídeos, blogs, trabajar con sistemas de gestión de aprendizaje, entender mejor a los alumnos gracias a la neurociencia, y me han maravillado las increíbles oportunidades formativas que se han abierto para los jóvenes y cómo se ensanchaban sus mentes.
No todo ha sido fácil. También he presenciado cómo se degradaban las aulas y las condiciones de trabajo, cómo proliferaban legislaciones tramposas, he sufrido desmanes de la Administración, incomprensibles atropellos que hacen inútiles los esfuerzos, jornadas agotadoras defendiendo las clásicas a capa y espada, insidias de torpes, estrés, y cada vez con más frecuencia lamentablemente.
En definitiva, la vida misma: una mezcla agridulce llena de transformaciones que todos confiamos que mejore, porque no hay tarea tan admirable y delicada como la docencia.

Comienzo con ilusión una nueva etapa, con otros proyectos, con otros ritmos. Me ha sorprendido que en griego moderno σύνταξη, además de sintaxis, signifique jubilación, y realmente me hace sentir que todo está en orden, que sigue su curso natural y que continúo con el deseo de disfrutar, más que nunca, de ese mundo inagotable que son nuestros clásicos grecolatinos.

2 comentarios:

  1. Qué alegría llegar con ese espíritu a esta nueva etapa. Te deseo lo mejor, que descanses y que disfrutes. Por aquí nos seguiremos encontrando.

    ResponderEliminar